Informe de pasantía

Una divertida crónica de cómo sería realmente un informe de pasantía si el pasante la escribiera con absoluta sinceridad

Respetado profesor:

Sirva la presente para informar sobre las actividades por mí ejercidas en una prestigiosa empresa donde, con el propósito de poner en práctica los conocimientos teóricos obtenidos en el salón de clases, serví como pasante durante los últimos 12 años.
La experiencia me fue de gran provecho para el desarrollo de las destrezas y habilidades de cara a mi futuro desempeño laboral. Por ejemplo, yo antes no sabía hacer café. ¡Me quedaba malísimo! Ahora soy toda una autoridad en la preparación del guayoyo (el preferido de la asistente de Presidencia) y del marroncito (con bastante azúcar para los motorizados).

He de resaltar que los trabajadores de la compañía mostraron mucho entusiasmo con mi proceso de aprendizaje, al extremo de que todos y cada uno de ellos, desde el mensajero y hasta la señora que limpia, ejercían sobre mí la función de jefatura, adiestrándome en las áreas estratégicas del negocio tales como cambiarles el papel a las fotocopiadoras, los cartuchos de tinta a las impresoras y el botellón de agua al dispensador.

Tras saber que además de laborar en la empresa de 7:00 a. m. 3:00 p. m. y de allí salir a la universidad para el cumplimento de mis ocupaciones académicas, no me importunaban con invitaciones a almorzar en la cafetería (yo solía comer un sanduchito de queso en el escritorio) ni a sus habituales salidas los viernes por la noche.

A ese desinteresado propósito atribuyo también el hecho de que en mis cumpleaños no interrumpieran mis labores con la sorpresa de una torta de piña, como era la costumbre entre el resto de la nómina, y que cada diciembre omitieran incluir mi nombre entre los papelitos a consignar durante la organización del juego del amigo secreto.

¡Ah!, y con el noble fin de iluminar mi camino en la solución de emergencias laborales, no dudaban en responsabilizarme si se colgaba intranet o se perdía un sacagrapas.

Siempre fui objeto de un trato sin igual. Recuerdo con especial gratitud a la secretaria de la que me enamoré perdidamente. Una tarde la invité al cine y ella, levantando su mirada del pintauñas, me respondió: «Yo no salgo con pasantes». ¡Seguro temía que si la gerencia se llegara a enterar de lo nuestro no me contrataran como empleado fijo! Ese día cobré conciencia de la grandeza humana que gira alrededor de la figura del pasante. (Por cierto, eso fue lo único que cobré en los 12 años que trabajé ahí).

Hasta llegué a desempeñar labores de personal de confianza. Como aquella noche en que el jefe me pidió adelantar en su oficina unos informes. Tras asegurarse de que no quedara nadie más en las instalaciones, me dijo, parándose frente a mí: «Imagina que esta es la Casa Blanca, yo Bill Clinton, y tú la pasante Lewinsky». Gajes del oficio.

Ya superada esta enriquecedora etapa de aprendizaje, atesoro la experiencia necesaria para hacerme un nombre en mi profesión, tener mucho éxito, montar mi propia empresa y, entonces, contratar a un pasante para transmitirle todo lo que yo aprendí.
Espero con ansías ese día…

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Castor Carmona Editor Mi Infoproducto

Periodista egresado de la Universidad del Zulia (LUZ) y comunicador visual. Diplomado en Marketing de Empresas por la Universidad Central de Venezuela. Gerente de Escarpia Producciones y creador de miinfoproducto.com. Autor de los libros La risa se desnuda, Crónicas de lo crónico, El Manual de la Malicia.

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